Carrerón...

Medalla que parecía una
cazuela pa echarle macarrones.
Nadal juega la final de Roland Garros, España se estrena en la Eurocopa y Alonso corre en Montreal, todo eso en el mismo día. Pero aún hay más: TRAIL HERCULES 26km. Hoy se ha puesto verdaderamente a prueba Buyo 4.2. Comenzaba la carrera sin perder de vista a los primeros clasificados, aunque en la lejanía. Mi ansiedad y mi desconocimiento de la prueba me hicieron ir a un ritmo de 4'40" en los primeros km. Tras la "tête de la course" se enfilaba un pelotón y tras ellos, en la distancia, un segundo pelotón en el que intentaba hacerme un hueco. La primera sorpresa nos la llevamos cuando nos hacen subir al parque del Cerro. Un par de cuestas pronunciadas para enfilar a la gente y a seguir la carrera. Cuando salimos del parque, me doy cuenta que he dejado atrás mi pelotón y que en un tempranero km 6 ya estoy solo en la carrera. Antes de lo previsto nos desvían hacia la playa para comenzar la odisea sobre la arena. Cuando enfilo la orilla comienzo con mis objetivos. El primero de ellos es que ya no se mira para atrás. El segundo depende de lo que hay por delante: en la distancia se observa uno con una camiseta rosa y al fondo uno con una camiseta blanca. Así que a marcar ritmo se ha dicho. Me siento fuerte y marco un ritmo considerable sin pensar en lo que vendría después. Antes de llegar al castillo de Sancti Petri ya había alcanzado al de rosa y con el paso de los metros lo dejaba atrás perdiéndolo de vista. El de blanco seguía lejos y me serviría de guía por las interminables dunas. Llegamos a Sancti Petri y mis pies se hundían 10cm en cada pisada. Lo peor de todo: aún iba por arena mojada. Tras la engañosa orilla nos adentramos en lo que se iba a convertir en un laberinto de arena seca que cortaba de raíz cualquier atisbo de ritmo que me atreviera a marcar. Mirando hacia atrás no hay noticias en el horizonte del de rosa y la distancia que mantenía el de blanco parecía no reducirse, así que si no me quedaba estampado en una duna, la carrera consistiría a partir de ahí en mantener la posición. A pesar de ello, me niego a rendirme en el desértico paraje pensando que no sólo es duro para mi, los demás también sufrirán y confiaba en que las dunas me dejarían salir de ellas aún con fuerzas. Intento que el ritmo no baje luchando por cada zancada. Tras unos km interminables, salimos de las dunas...y nos vuelven a meter hacia la playa. De nuevo me veía en la orilla, pero en la distancia diviso que por delante del de blanco aparecen otros 3 corredores. He aquí el momento clave de la carrera. Reventado tras la odisea arenosa y con el ritmo de carrera completamente roto me imagino que no habrán muchos corredores delante mía. Son 4...están lejos. Tenía dos opciones, o bien me dejaba llevar por la inercia que llevaba e intentaba tomar un poco de aire, o apretaba y ponía en juego mi límite a cada metro que recorriera a partir de ahí. "Mi familia está en la meta"- pensé. No hizo falta más. Antes de salir de la playa para enfilar los últimos 6km ya había adelantado a uno de ellos y al tomar el carril bici de camposoto estaba emparejado con el de blanco tras adelantar a otros dos corredores. Comenzaba aquí el verdadero desafío. Tras haber venido muy fuerte para alcanzarlo al emparejarnos equiparamos el ritmo, con el temor que en cualquier momento apretara y me dejara allí plantado. Llegaba el momento de la épica. Esa épica que sólo uno vive porque sólo uno mismo es capaz de saber lo que se siente al ir al 110%. La épica que te hace reinventarte en cada paso y que sólo tú puedes saborear porque conoces lo que crees que es tu límite...Nos engarzamos los dos en un fuerte ritmo, mientras, sin dirigirnos palabra alguna, vamos estudiando cada movimiento y cada bocanada de aire que exhalábamos. Pasaban los km y seguíamos juntos, mientras pensaba que ojalá la situación se prolongara hasta el final para jugárnosla al sprint. Mi familia...
A falta de dos rotondas lanzo el hachazo. Un cambio de ritmo que triplicó en segundos el fuerte ritmo que llevábamos. Cinco metros más adelante echo la vista atrás, acción que repito a los veinte metros. Se ha quedado clavado. Con una consecusión de ¡VAMOS! en los metros finales entro en solitario en meta. Hasta un minuto después no entra mi acompañante. No hay nada como entrar en meta mientras contemplo a Elenita dando saltos y gritando: ¡Popó, es Popó!
Paro el crono en 2h 02min 18seg, sólo por detrás de 9 personas...Mi décimo puesto sabe aún más a gloria cuando me comunican en la meta que he sido quinto de mi categoría. 
Y es que al final, esto se trata de superarse a uno mismo...hoy puedo dormir tranquilo.


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