Maratón de Sevilla 2013
42 km 195m...puede ser una forma muy simple de comenzar a relatar esta historia, pero su significado se extiende más aún que la distancia que marca.
La semana me estaba jugando una mala pasada: trabajo a tope, mil asuntos de los que ocuparme y para colmo los nervios me estaban comiendo, dejándome en vela durante horas. Es curioso, pero el maratón es la única carrera que me hace combatir contra el sueño. Pese a ello, no me dio tiempo de digerir bien el previo y en un abrir y cerrar de ojos estaba sonando mi despertador a las 6 a.m. del día de mi gran cita.
Mi ritual el día de la carrera no ha cambiado: la ropa en la silla, el desayuno platanero y la tanda concienzuda de estiramientos, pero esta vez había una sorpresa antes de empezar. Cómo iba yo a imaginar que no bastaba con que mi familia entera me siguiera, sino que me acompañaría con una pancarta y un puñado de chapas en su pecho.
La emoción subía casi a la misma velocidad que la incertidumbre ante la idea que me rondaba la cabeza. 3 horas 30 minutos parecían inalcanzables tras las 3 horas 52 minutos que hice tan sólo 10 meses atrás en París. El corazón me lanzaba a un sitio más lejano del que mi cabeza y mis piernas podían tolerar. Era imposible.
Me dirigía hacia el cajón de salida, cuando entre los 7.150 corredores, ¡¡me topo con Migue!! ¡¡Y vamos con la misma camiseta!! Ni queriendo lo hacemos. La mano que escribía esta historia nos unía en la línea de salida y seguiría haciéndolo poniendo suspense entre los capítulos venideros. Y allí estábamos los dos, en el cajón de salida que nos vino en gana y mirando de reojo por si veíamos a un Abel Antón que hizo de liebre a los sub 3'30''. Música, frío, nervios y ¡acción!
Quiero salir tranquilo, ya que en el calentamiento el isquio ya me ha hecho un amago tonto y no me fío ni un pelo. Así, digo adiós a un animoso Migue que se dispara casi tan rápido como el pistoletazo de salida. Tras disfrutar de mi pancarta personalizada en los primeros metros, también lo hice en el km 8, donde ya clavaba el tiempo que pretendía marcar. Distinguir a los tuyos entre tanta gente no tiene precio. Van pasando los km, tan concentrado que ni veo a mi hermana con mi cuñado y mis sobrinas en el 15, y sigo a un ritmo lo más constante posible e intentando arañar segundos poco a poco al crono para llegar a la media maratón por debajo de 5 min/km. Clavado. Paso por los 21,1km marcando un tiempo de 1h 44min 19seg...mi intención era llegar a los 30 con el margen suficiente para poder perder al menos unos segundos camino a la meta. La carrera se me había pasado volando hasta ahí. Tenía que seguir arañando, pero la sensación de que el ritmo alto me iba a pasar factura estaba rondando ya por mi cabeza.
Enfilaba el tramo que me llevaría al 28 y allí puntuales no faltaron a su cita Isra y Yoyi con toda la parafernalia preparada. "¡Agua y gel!", les grito como si ellos llevaran también la música puesta. Sin parar si quiera sigo adelante gritándoles "sois los mejores" mientras voy pensando en el maratón que se estaban pegando ellos por Sevilla. Dos km más adelante los iba a ver de nuevo, pero antes, la historia me vuelve a juntar con Migue, que llevaba un ritmo algo más pesado. Aquí puede decirse que empieza la carrera. Tal como me ve, sale de su aletargado ritmo y apretando me dice: "Vamono Buyo..."...."¿Vamono adónde?" pienso yo, si ya estamos yendo. Dejamos juntos atrás a mi par de fanáticos favoritos y nos adentramos de lleno en la treintena de km, más allá del cual el muro espera detrás de cualquier esquina. Es el km 30.
El ánimo de Migue me ha contagiado y comenzamos a tirar adelantando a corredores por los km más animados de la prueba. Tras el curvado paso por la Plaza España, nos enfilamos hacia el centro, donde la Giralda cobija bajo su sombra un ansiado y enigmático km 35. La gente se agolpa a ambos lados dejando tan sólo un estrecho paso para los corredores. Eran sólo 7km...35 minutos y la gloria era nuestra...a mis gritos de ¡¡vamos Sevilla!! la gente respondía con aplausos y jadeos en el apretado asfalto, mientras zancada tras zancada adelantábamos exponencialmente. Si el muro estaba por allí, sin duda nos lo habíamos saltado. Exhultantes seguimos restándole tiempo a la meta. En el 37 Migue parece quedarse. No sé qué hubiera pasado si no lo hubiera encontrado allá por el km 30, pero sin duda aquellos km no hubieran sido iguales. "¡Eres el mejor Migue! ¡Lo tienes!". Su primer maratón y había conseguido relanzarse en el 30, cuando todos comienzan a decaer, él resurgió...sin duda, el maratón recompensa a los valientes. Buyo 4.2 se arrodilla para rendirse ante Migue 4.2. Muy grande lo tuyo...muy grande.
El ánimo de Migue me ha contagiado y comenzamos a tirar adelantando a corredores por los km más animados de la prueba. Tras el curvado paso por la Plaza España, nos enfilamos hacia el centro, donde la Giralda cobija bajo su sombra un ansiado y enigmático km 35. La gente se agolpa a ambos lados dejando tan sólo un estrecho paso para los corredores. Eran sólo 7km...35 minutos y la gloria era nuestra...a mis gritos de ¡¡vamos Sevilla!! la gente respondía con aplausos y jadeos en el apretado asfalto, mientras zancada tras zancada adelantábamos exponencialmente. Si el muro estaba por allí, sin duda nos lo habíamos saltado. Exhultantes seguimos restándole tiempo a la meta. En el 37 Migue parece quedarse. No sé qué hubiera pasado si no lo hubiera encontrado allá por el km 30, pero sin duda aquellos km no hubieran sido iguales. "¡Eres el mejor Migue! ¡Lo tienes!". Su primer maratón y había conseguido relanzarse en el 30, cuando todos comienzan a decaer, él resurgió...sin duda, el maratón recompensa a los valientes. Buyo 4.2 se arrodilla para rendirse ante Migue 4.2. Muy grande lo tuyo...muy grande.
Pero el maratón siempre tiene una última prueba, un último escalón dónde no pocos tropiezan, y si no que se lo pregunten a los más de 1200 corredores que no entraron en meta. Tras cruzar el puente, llego al km 38. Son sólo 4km. Ya no hay apenas público y aquí nos vemos las caras. Te esperaba mucho antes, pero me alegro de verte. El peso del maratón recae sobre mi y el paso del tiempo y los km comienzan a hacerse pesados. "Dale una oportunidad al Buyo del km 41" me repetía.... No recuerdo más que varios susurros entrecortados por la emoción de ¡vamos Buyo! que salían de mi propia boca durante esos km y los gritos de ánimo que fui soltándole a todo el que me encontraba desde el 30 y pico hasta la misma entrada al estadio: ¡Somos los mejores! ¡Lo tenemos, vamos, vamos! Me gusta pensar que fue mi grandeza la que pactó con el maratón para darme una tregua hasta la entrada del estadio. Lo deseaba tanto y fue tanta la concentración, que durante esos km incluso conseguí no bajar el ritmo que llevaba. Tal y como entré en el estadio comencé a notar que mis isquios se subían, pero ya poco importaba. Allí estaba...tal y como la recordaba, pero esta vez engalanada con una pancarta verde que decía "Buyo 4.2 team ¡¡VAMOS!!". Mi grandeza me esperaba mucho antes de cruzar la línea de meta y la volví a sentir en mi. No la recordaba tan inmensa. "Te esperaba", me susurró al fundirnos en un abrazo tan intenso como efímero. Y tras brillar por un instante bajo un crono que marcaba 3horas 28 minutos 43 segundos, se fue...
Siguiendo el rastro de la estela que ha dejado mi grandeza podrás encontrar a 13 personas y dos perros, que sujetando un trozo de tela y con una pequeña chapa de metal en el pecho, son capaces de hacerme brillar más aún cada vez que creen en mi...
Y yo pensaba que era grande...
Hoy a lo mejor te retoco otra foto ;)
ResponderEliminarPonme guapo...
Eliminar