La vida se me queda corta...



Y escribo con la melancolía intrínseca que una mañana de resaca deja en el cuerpo tras una noche en busca de rellenar espacios vacíos dentro de la propia alma. No hay nada más humano. Y es que el anhelo clama protagonismo cuando te abandonas y el yo proyectado en tu mente se repite cada vez más frecuente esperando a que un buen día sepas darle continuidad en tu quehacer diario. Tras la vorágine, en tu primer momento de calma desde hace tanto tiempo que ni recuerdas, deseas que aparezca ese punto de virtud que te devuelva a la constancia para poder perseguir tus retos, tus metas, tus objetivos, consolándote con todo lo que has hecho durante el camino recorrido al ritmo de la mismísima vida que te acompaña, que por otro lado no es nada desdeñable. No está nada mal... 
Así comenzará de la noche a la mañana una nueva aventura sin tiempo de esperas ni más posposiciones porque la cuenta atrás irá tan avanzada que no te quedará más remedio que correr...



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