Trail Prado del Rey 2016
Y las cuestas me pusieron en mi sitio...
Quizás porque necesitaba reivindicarme, quizás porque entre tanto y tanto entrenamiento anhelaba las sensaciones que te deja competir...los nervios, las cábalas, ese puntito que sólo te lo da la competición...
Pues entre quizás y quizás, cuando me dí cuenta ya estaba inscrito en un trail de los que me gustan, media distancia, ni corto, ni largo, duro, de los que te ponen en el palo y te desesperan con una cuesta tras otra y los de bajadas vertiginosas donde es fácil dejarse un tobillo por el camino y las dudas hacen echar el freno. Me encanta. Y más, tras tener que pedir ayuda por enésima vez a mi fisio Ana para que hiciera milagros con mi cuádriceps. Encima con un puntito de épica.
Línea de salida. Ese punto donde echando la vista a derecha e izquierda comienzas a pensar con quién podrás emparejarte, quién será más rápido que tú o a quién harás morder el polvo por el camino. Los nervios afloran y hacen que no dejes de mirar el reloj...Y todo explota en un momento. Salida.
Hoy me toca. La salida deja la carrera encaminada en la primera curva, donde un corredor ya se ha despegado del grupo y yo me lanzo tras él abriendo brecha en un grupo, que tras un zigzagueante y vertiginoso descenso, ya no da señales de vida. Comienzo a marca un ritmo de locos, pero sabía que después las cuestas me iban a pasar factura de todas formas, con lo que tenía que arriesgar. A pocos metros la cabeza de carrera va marcando el camino y la verdad es que se agradece tener una guía. Cuando enfilábamos una recta, a pesar de reprenderme cada vez que lo pensaba, de vez en cuando echaba un vistazo a la retaguardia para controlar la distancia a la que venían los perseguidores, pero en ningún momento llegué a tener noticias de ellos. La verdad es que el ritmo era al menos para pensárselo.
Tras algún que otro repecho atragantón, llaneamos un poco y tras un leve espejismo de acercarme al primero, comenzaron a llegar las cuestas a mitad de carrera y ya no nos abandonaron hasta el mismo final. Aunque seguía a vista, me he distanciado un poco de la "pole position", pero sigo y sigo pellizcándome para no cesar en mi empeño de continuar haciendo todo lo posible. El terreno se endurece, y las pendientes hacen que la tentación de comenzar a andar sea cada vez más grande. Toca apretar y tirar de corazón y corage.
Por fin se divisa el pueblo. Sigo mirando incrédulo hacia atrás, pero el segundo puesto ya no se escapa de la saca. Enfilo la meta tras el taquicárdico esfuerzo realizado, sabiendo que el podio me espera...2º de la general, 1º de mi categoría...
Seguramente con el paso de los días vaya dando más valor a lo logrado, porque subir al escalón es realmente difícil y más de esta manera.
Ahora toca centrarse en el Ironman y olvidar por fin las carreras, ya que parece que las cuestas me pusieron en mi sitio...
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