II Trail de Olvera...

Antes de recorrer un largo camino, antes de emprender cualquier viaje, antes de comenzar una nueva aventura, siempre hay un primer paso. Aquel que se da de forma consciente o sin haber pensado aún el rumbo. Ese paso lo hemos dado este fin de semana, poniendo en marcha la maquinaria y sacando a pasear las zancadas que llevaban ya guardadas un tiempo.

De nuevo un trail daba comienzo a la temporada, y al contrario que el pasado año, esta vez iba concienciado de que un trazado con tanta cuesta (o algo peor) iba a hacer arrepentirme tramo a tramo de haber escogido esa carrera para estrenarme. A pesar de ello, las zapas de siempre me esperaban para al menos, comenzar a meter el gusanillo en el cuerpo.

Todo empezó cuesta arriba. Un largo y tortuoso camino que nos llevó a coronar el pueblo, para adentrarnos en un vertiginoso descenso, que fue enfilando al numeroso grupo. El descenso fue largo y como de costumbre, suelo moverme bien por estas lides, aunque en una de estas me voy a matar un día. Tanto estiré mis posibilidades que antes de que el terreno se tornara hacia arriba, tenía al grupo de cabeza a tan solo unos metros. 

Pero la realidad fue casi tan cruel como amable fue hasta ahí la carrera. El empinado terreno absorbió rápidamente cada uno de los gramos de energía que tenía en mis pesados cuadriceps. Era un querer y no poder. Donde en otras ocasiones la voluntad había suplido la falta de fuerzas, esta vez esa voluntad no estaba entrenada ni sometida a mis intereses. 

No quise, sin embargo, dejarme llevar por la desazón y decidí tomar una visual poco a poco de lo que ya sabía: no iba a poder ir rápido, iba a sufrir de lo lindo y me iba a querer rendir por el camino. Conocer, no significa aceptar, así que conseguí que aún no se escribiera el guión definitivo sin contar conmigo.

Y lo que pasó realmente fue que tras llegar destrozado a la última recta y tragando aún para que el corazón no se me saliera de la boca, enfilo meta 4º de la general (algo impensable a estas alturas de temporada) y dejo una nueva línea tras mis pasos. Unos pasos que ya tienen rumbo y...¿quién sabe dónde me podrán llevar?


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