Challenge de Roth 2018...
"Welcome home triathletes"
Así recibía Roth a todos los participantes del Ironman. La verdad es que todo el pueblo hacía alusión a la prueba, desde carteles y banderolas colgadas, hasta escaparates con motivos del triatlón. Y sin duda, Roth no defraudó. Al seguimiento por redes sociales siguió un sinfín de actividades programadas y la mayor expo que jamás había visto junto a un estadio que daba cobijo a la esperada línea de meta. Aquella soñada línea de meta.
Las expectativas habían sido superadas con creces por el evento. T1 junto al canal donde se nadaba y pegado al puente repleto de gente donde se podía leer: "This is your moment" "You inspire with your achievement". Una vez entramos en ella y mientras salían los pros, varios globos se elevaban desde la orilla de enfrente y cuando ultimaba detalles en la bicicleta una lluvia de confeti caía sobre nosotros...Si de por sí estaba abrumado con el Ironman que tenía por delante, más aún con todo aquello...
Sin embargo, los nervios estaban más templados, como si el haber vivido varias veces la distancia me diera ciertas garantías. También todo el alrededor hacía que la atención se desviara un poco de la realidad: tenía por delante 226km. Había llegado con ganas de competir y eso es muy importante, porque iba a estar muchas horas haciéndolo. Esperamos pacientemente la salida de 200 en 200...se acercan las 7:30h. Es mi grupo. Casi sin querer los pies van moviéndose solos hasta meterse en el agua. Yoyi, como siempre esperaba en la otra orilla casi más nerviosa que yo. Además había venido Kiki para estar con nosotros y acompañarnos en esta locura de fin de semana, con lo que quería hacerme lo más visible posible para que la eterna espera de los acompañantes se hiciera menos pesada. Sigo diciendo que ese Ironman paralelo que hay a los atletas tiene hasta más mérito. Estamos en el agua apunto de empezar...3,2,1...¡cañonazo! ¡Estamos en Roth!
Había llegado preparado, pero la dureza del recorrido era toda una incógnita. Todo hacía presagiar que se iba a atragantar más de lo esperado, pero no quería acabar de creérmelo. Por eso quise salir fuerte, para demostrarme a mí mismo que iba a poder con todas esas adversidades. Pero pronto me di cuenta que la cosa no iba a ser fácil. Las brazadas no salían como esperaba, y me costaba mucho deslizar a pesar de la limpia salida. Iba pensando en llegar antes de salir y quizás esa ansiedad fue pasándome factura durante toda la natación donde no conseguí tener buenas sensaciones en ningún momento. Incluso habiendo podido seguir a mi equipo de apoyo con el rabillo del ojo durante gran parte del recorrido, salí encorajado del agua y me costó quitarme ese sentimiento. Quise eliminar ese pensamiento de mi cabeza, pero era inevitable que estuviera ahí. A pesar de los pesares 1h 26min 49seg, que entraba dentro de lo previsto.
La transición fue super rápida (2min 58seg) y cuando me di cuenta estaba enfilando el puente montado en mi bicicleta. Comenzaba lo realmente duro. Los primeros kilómetros eran muy rápidos, ya que el terreno te invitaba a apretar, pero pronto comenzaron a aparecer los repechos y las cuestas que iban cortando el ritmo constantemente. Sabía que así no solo no iba a poder hacer una buena media, sino que iba a pagarlo en una segunda vuelta que podía hacerse eterna. Para colmo se me sale la cadena en una pendiente...manos llenas de grasa y unos kilómetros más adelante se me rompe uno de los imanes del casco y se me queda la visera medio colgando. Creo que no fue hasta la hora y media de la bici donde me obligué a cambiar el chip: "A ver...estoy en Roth, siempre habías querido esto, ¿qué estás haciendo? ¿A qué esperas para empezar a disfrutar?". No quería aceptar lo que estaba pasando y es que los ritmos eran los que eran y había que apechugar con ellos porque no es que lo estuviera haciendo mal ni mucho menos, es que el recorrido y las circunstancias eran esas, así que tenía que dejar a un lado el látigo de la fustigación y la autoexigencia y debía empezar a echar un vistazo alrededor y disfrutarlo. Además, cada vez quedaban menos kilometros para Solar Hill.
Ese pensamiento me hizo cambiar la perspectiva. Se acercaba el ansiado km 70 y la gente comenzaba a hacer acto de presencia en los laterales del asfalto, cuando de pronto, de fondo aparecía la curva que daba paso a la esperada imagen de mis sueños. La verdad que al doblar la esquina el sentimiento es abrumador. ¿Sabes lo que es estar viviendo aquello que has repetido en tu mente una y mil veces? Pues ahí estaba yo. Me siento desbordado y con el puño en alto y gritando comienzo a llorar emocionado y acompañado por el ruido de fondo del gentío. A pesar de los continuos vistazos no consigo ver ni a Yoli ni a Kiki y ahora sigo llorando porque voy a pasar por allí sin poder saludarlas. Las vallas se van cerrando cada vez más y el pasillo de gente se va abriendo a medida que van pasando los corredores que ya se enfilan de uno en uno. Justo cuando voy abriéndome camino entre toda la muchedumbre soy capaz de distinguir a Yoli. Entre toda la emoción me volvió a dar un vuelco el corazón y volvía a llorar, pero esta vez porque había conseguido verla. Tras haber vivido la parte más impresionante de la carrera, me describían las caras de los corredores al pasar y pude comprobar como no era el único que había salido impresionado de allí. Ahora es el viento el que aparece y pega más fuerte de lo deseado, pero parece que ahora el recorrido se ha vuelto un poco más amable y ya no me afecta tanto cuando vuelve a salirse la cadena de su sitio. Puede que vayamos enderezando el tema. Dejamos la primera vuelta en 31km/h, superando mis expectativas. Tocaba mantener todo lo posible, pero la ansiedad por querer ir rápido creo que me va a pasar factura.
Es en este punto donde noto que ya mi cabeza estaba funcionando de otra manera. No iba como otras veces con esa tensión de tener un objetivo en cuanto a tiempo y que te hace mantener la concentración, pero ahora sí que iba disfrutando de lo que los entrenos me habían dado. Para esto sirve entrenar como un jabato. Volvían las cuestas, volvían los repechos, pero ya contaba con haber atravesado Solar Hill y haber visto a mis fans un par de veces. No fue corta ni mucho menos, pero las sensaciones a pesar de la dureza no eran tampoco malas, exceptuando el estado de mis cuadriceps a partir del km 150, que se acalambraban cada vez que me estiraba en la bicicleta. Eso me hacía presagiar que corriendo iría tieso, pero me tenía que aguantar.
La segunda subida por Solarberg fue aún mejor que la primera, pues a pesar de haber menos gente, seguía habiendo mucho público y esta vez sí, pude divisar a mis dos seguidoras desde lejos y levantado sobre la bici pasé entre ellas gritando con todas mis ganas un ¡¡VAMOOOOSS!! que se escuchó en toda la avenida. Subí con rabia pensando que ningún **** Ironman iba a poder conmigo. Consigo mantener los últimos kilómetros y confirmo los presagios (1460m de desnivel marcados en mi Garmin), pero a la vez el crono en la bici me ha devuelto todo el esfuerzo realizado sobre ella: 5h 54min 57seg. Más de 30km/h con ese desnivel. ¡Bien Buyo bien!
Me como la transición (2min 28seg), donde los voluntarios vuelven a hacer una labor maravillosa: te ayudan con la bolsa, te ponen crema y se matan por colaborar en lo que hiciera falta. Dejo a mi asistente alargando el brazo para terminar de ponerme crema y gritándole las gracias salgo disparado a enfrentarme a la maratón. Quiero dejarme guiar por sensaciones y no obcecarme con el crono. Los primeros kilómetros me hacen presagiar que algo no estoy haciendo bien, pues voy demasiado rápido, pero no iba forzando y el ritmo iba saliendo solo. "No te pases Buyo" - voy pensando mientras paso sin apenas darme cuenta por el km 5. Así seguí un buen rato, pero a partir del km 10 el ritmo comenzó a no ser el mismo y empecé a notar molestias en el estómago. Es verdad que en la bici ya las barritas me costaron engullirlas y que no me apetecía nada tomar geles, pero tenía que meter algo en el cuerpo. Las molestias fueron a más y decidí no forzar el ritmo. Más aún cuando me cruce con un corredor tumbado en el césped a la orilla del río, con gotero y siendo atendido por los servicios sanitarios. "Esto es un Ironman, no es ninguna broma". Son estas situaciones las que te hacen ser precavido, porque aunque uno se conoce bien, no quería jugarme tontamente la carrera y mucho menos la salud, pues soy muy consciente que se trata de una prueba muy dura. En el km 20 mi estómago dijo basta y llegué a lo justo a un avituallamiento para entrar en el baño. Tuve que estar un rato dentro y obligarme a pausarme y tomarme aquello como algo más de la carrera. Me dio tiempo a pensar en todas las adversidades que había tenido desde el comienzo: las malas sensaciones en la natación, las dos salidas de cadena, la visera, ahora esto...pero como la vida misma. A pesar de los problemas y dificultades que cada cual se encuentra, uno debe asumirlas y seguir adelante. Así fue y así lo iba a hacer. Así que salí de allí con la lección aprendida y dispuesto a disfrutar de nuevo de ver a mis seguidoras en el km 25.
Las sensaciones vuelven a ser buenas, me dicen asombradas que me ven muy bien y que voy estupendo, recibo nuevos ánimos y llegan en el momento adecuado, pues tocaba afrontar los kilómetros más duros de la carrera a pie, ya que teníamos que subir de nuevo hasta Roth para encontrarnos con el km 30 y afrontar los repechos hasta el pueblo que marcaba el km 35 para después volver de nuevo a Roth. Se hicieron largos y duros los kilómetros, pero lo que se espera de la treinta de la maratón de un Ironman. Y cuando me iba cuestionando lo que supongo yo que se cuestiona todo el mundo a estas alturas (¿y todo esto para qué? No merece la pena tanto sacrificio. Es demasiado largo...), se avecina el giro en Büchenbach, lo que significaba que solo quedaba volver. Ahí cambió todo.
Era el km 35, y algo se encendió dentro de mí. Ese algo que quizás eché en falta a lo largo de la carrera, pero que ahora me hacían hacer cábalas de tiempos, aunque ya eso no importaba. El caso es que la meta más apasionante de mi vida me estaba esperando a tan solo 7km y la alfombra que adornaba aquella plaza, presagiaba lo que me quedaba por vivir. Esa chispa me soltó las piernas e hizo que comenzara a marcar ritmos parecidos al inicio de maratón. Tanto es así que me tuve que repetir en varias ocasiones: "Killo no te flipes, que aún nos queda y llevamos mucho en lo alto". Pero ya no me escuchaba ni a mi mismo, porque iba lanzado como un obseso hacia la meta. En esos instantes no llegué a imaginar que iba a hacer ese tiempo en la maratón (3h 44min 51seg), curiosamente más rápido que aquella ya lejana primera maratón de París.
El estadio estaba cada vez más cerca y me iba quitando corredores a pares que iban sobreviviendo a los últimos metros de la dura prueba, mientras que yo me los iba bebiendo. El cartel de "Welcome Home triathletes" volvía a aparecer y me hacía saber que ya solo quedaba llegar a casa. Comienzan a aparecer las vallas y el suelo se vuelve rojo bajo mis pies. La alfombra que me llevaría hasta meta me iba deslizando paso a paso hasta que lo tuve delante y la emoción de desbordó. Allí estaba el estadio, allí estaba mi meta. Aquel sueño que tantas veces se paseó por mi mente estaba justamente delante de mis narices y ahora era yo el que me iba a pasear por él. Sonrío, grito, salto...no sé bien ni lo que hice, lo que sí sé es que apreté los puños al entrar en meta como si quisiera agarrar ese momento y que no pasara nunca. Allí estaba, 226 km después y por fin pude verte despierto: la meta del Ironman soñado, la meta del Challenge de Roth (11h 12min 01seg).
Puedo disfrutarlo aún más con mi equipo que estaba en la grada. Sigo apretando mi puño y sorbiendo ese instante en el que sabes que estás compartiendo algo importante. Mientras la inercia te va llevando camino del área de descanso, voy pensando que creo que he sido un poco injusto conmigo mismo durante el camino, pues he rebajado mi marca en un cuarto de hora y en un recorrido más exigente que el pasado año. "No está mal" - pienso mientras voy mirando atrás para terminar de creerme donde estaba. Y ya la sonrisa no desapareció de mi rostro...
Experiencia inolvidable... Muy mal por mi parte no haber escrito por aquí antes. Los pelos de punta de recordarlo...
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