Dulce locura...

No lo entienden...se preguntan, se cuestionan, te desaniman e incluso te critican. No lo entienden...te llegan voces desde un sofá iluminado por la luz que durante horas refleja la caja tonta, las mismas voces que resuenan por encima de la música y se entrecortan por pequeños sorbos de alguna bebida espirituosa que se repite más a menudo de lo deseado. No lo entienden...


Pero has aprendido a hacerte un hombre fuerte, a hacer oídos sordos y disfrutar de tu locura. Porque empezó como un pequeño paréntesis, pero se ha convertido en aquello que te gusta y que te hace levantarte por la mañana y esperar que un momento del día llegue. Y un buen día, encuentras a alguien en ese camino de asfalto en el que se ha convertido tu andar, que respira como tú lo haces, que vibra con cada km que queda tras de sí y que sin darte cuenta su paso suena exactamente igual al tuyo. Sólo te queda compartir el camino y despedirte hasta que vuestros caminos se vuelvan a encontrar.


Así, tras 30km un domingo por la tarde, nos despedimos con una sonrisa que refleja en nuestro rostro lo logrado. ¿Locos?...puede. Dulce locura...





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