Antes de partir...

Antes de partir a cualquier viaje uno cuida con esmero los detalles para llenar su equipaje de todas aquellas cosas que le resultarán útiles en su travesía. Este viaje es un poco especial. Al abrir mi maleta lo primero que se puede encontrar es un buen puñado de nervios, que llevan ahí dentro desde hace una semana y los muy traviesos salen por la noche para despertarme o aparecen durante el día en cualquier lugar y de la mano de algún recuerdo para darme un buen pellizco en el estómago. 

Después nos topamos con 2.290 km, que han ido entrando a presión día tras día y que a pesar de estar muy muy apretados, durante el viaje se tendrán que cambiar a una maleta aún más pequeña de tan sólo 42 km.

Y por llevar la maleta tan comprimida, ocurre que abras la cremallera que abras,  va a salir rebosando la ilusión, que es tanta, que lleva derramándose desde hace más de 6 meses y aún no se ha gastado.

También llevo una imagen en ella, de un momento que no he visto...de un momento que no he vivido...de un momento que no ha pasado...pero es tan real, que forma parte de la base de la maleta para sostener todo lo demás.

Pero lo más importante que llevo en esta maleta, son 34.736 sueños para cumplirlos en menos de 4 horas...