Érase una vez una gran historia...
Y lloraré…
Será mi llanto el que se haga presente cada vez que una fotografía o un recuerdo aparezcan ante mis ojos. Serán mis lágrimas las que afloren cuando en el asfalto vuelva a imaginarme una nueva meta. Y volveré a emocionarme una y otra vez reviviendo el momento aún no vivido, pero a la vez tan repetido en mi. Porque sólo ellas serán reflejo de lo que ha costado recorrer cada uno de los más de 2.250 km…más de 190 horas de entrenamiento…y más de 230 carreras. Lejos de mostrar debilidad por su presencia, será la muestra de mi fortaleza.
Será entonces cuando sabré cuánto cuesta cada zancada que he dado… sufriré cada esfuerzo realizado…me ahogaré con cada bocanada de aire que me faltó…sentiré el sufrimiento de cuando seguía sin poder…valoraré cada noche, cada mañana y cada tarde que decidí hacer de mi día un reto, un nuevo atisbo de un deseo que se ha ido bebiendo poco a poco a base de sudor y una voluntad impertérrita.
Lloraré por una historia que se ha ido fraguando desde antes que la conociera, y que no tiene un culmen, sino que como cada instante de una buena canción, se va disfrutando sin poder elegir entre un acorde y el siguiente. Y es que las grandes historias no son fruto de un momento, se van narrando a diario…
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