Media Maratón Bahía de Cádiz...



La vida se llena de experiencias...algunas buenas, algunas no tan buenas, otras que pasan fugaces como el viento y otras que pasan tan lentamente que puedes recordar su sabor durante un largo tiempo. 

El día de hoy no tenía pinta de regalarme una de esas experiencias trascendentales. No era una de esas citas que llegan teñidas con el rojo de la marca en el calendario, ni las expectativas se habían hecho presentes de ninguna de las maneras. El día de hoy llegó tras el velo de un fin de semana con el cuerpo en otro lugar y el recuerdo aún reciente en mi mente del maratón de hace dos semanas.

Así, me presentaba a la cita del medio maratón de mis dos ciudades: la que me vio crecer y la que me está viendo correr. Sabía que me iba a encontrar con infinidad de dificultades: rodaje largo sin apenas entrenamiento en dos semanas, nivel bajo de forma y poca motivación tras lo logrado en los recientes 42km, poco público y sólo Yoyi viéndome salir (con mis bobis), la certeza que iba a rodar más lento que mi récord, no había globos guía que te marcaran el tiempo, el día avecinaba un chaparrón en cualquier momento...un sinfín de contratiempos, llamadlos excusas si queréis, pero al fin y al cabo tan reales como la distancia que tenía por delante: 21km 97m. El único atisbo de luz, es que la cantidad de km se me antojaban asequibles aún sin haber entrenado. Pero no nos engañemos, la media es una distancia más que respetable y no se puede tomar a la ligera.

3,2,1...¡Esto empieza! La carretera de la bahía no dejaba espacio para poder avanzar y dejar ubicarme en una posición un poco más adecuada a mi ritmo. Mi intención era engancharme a gente que intentara ir cercana a la hora y media y aguantar hasta lo que me diera el cuerpo. Sabía que así iba a sufrir de lo lindo, pero cuando tengo un dorsal en el pecho, no me sale conformarme. Así que en cuanto se ampliaba el espacio por la avenida nueva, comencé a multiplicar zancadas y pellizcarme interiormente para no acomodarme en el ritmo. 

El tumulto se fue estirando cada vez más hasta que salimos por el puente para la autovía, donde ya sólo se divisaban pequeños grupos distanciados entre sí. Llegamos al momento en el que cada uno iba a definir qué iba a hacer con su carrera. Teníamos por delante 6 km para ir decidiendo, pero aparecieron otros tres inconvenientes más: el gps marcaba de forma muy dispar el kilometraje y los km se esfumaban sin recibir noticia alguna de ningún cartel y encima el viento de soslayo dificultaba marcar un ritmo constante. El tercero es que la autovía estaba cortada, lo que significaba que Yoyi no iba a poder volver e iba a entrar en solitario en meta. 

Me adherí a tres corredores que llevaban un ritmo fuerte, donde tenía que hacer un serio esfuerzo por seguirlos, pero a medida que avanzamos por la autovía pensaba que a pesar de ir forzando no iba tan mal como esperaba. Así que decidí jugármela y empezar a engancharme a corredores. Doble o nada...


Uno a uno fui igualando y dejando atrás a cada corredor que iba encontrándome. No tenía ni idea del km por el que andaba ni tenía certeza del tiempo que iba marcando, sólo sé que cada vez que sentía el amago de declinar mi ritmo me martilleaba diciendo: "Vamos, vamos, vamos..." mientras no dejaba de apretar los dientes. El interior de San Fernando se fue esfumando en busca de la veintena de km, pero como en toda carrera las cuestas hacían acto de presencia. Además el domingo temprano no es el momento idóneo para encontrar un público en el que apoyarte. 

Se presentan los dos últimos km y enfilando la última cuesta pronunciada la lluvia se torna en protagonista dejando una tromba que terminaba de empapar el ritmo que me quedaba. Echando el resto aparezco por la puerta del estadio apretando todo lo que puedo hasta la meta. Tras coger aire y conseguir parar mi móvil (no podía con el agua), echo la vista atrás para asegurarme que lo que he visto es verdad. Pues sí, el reloj aún no había rebasado la hora y media.


Cuando llamo para dar la noticia, resulta que no había estado solo en la meta. Orgulloso y empapado abandono el estadio en compañía de mis incondicionales.

Había conseguido hacer de las adversidades mi mayor aliado para demostrarme lo que soy capaz y resulta que había conseguido batirme a mi mismo en cada metro. No esperaba mucho de este día, y así ha sido, tan sólo conseguí ser yo mismo, y llevarme un nuevo récord en media maratón...1h 28min 30seg...








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