III Trail El Bosque...

Cuando las cosas empezaban a funcionar y comenzaba a disfrutar de unos entrenos que cada vez se hacían más duros, pero a la vez asequibles, llegó la mañana del jueves donde todo hizo crack y un calambre hizo que acabara con el isquitibial derecho contracturado obligándome a parar. Suelo escuchar bastante a mi cuerpo, y aquello me decía que no era un simple pinchazo sin importancia.

Pero de todo hay que aprender y por más que me fastidie estar lesionado, ni la vida se acaba, ni es lo peor que puede pasar. Hay que relativizarlo todo y más si se trata de esto. Sabía que era lo que tenía que hacer, así que me dispuse a hacerlo...al menos a medias.

Tras dos días de parón, masajes, estiramientos, vendajes y demás cosas de fisios, estaba inscrito en un trail...de los largos...de los que te machacan...pero de los que me gustan. Así que el pronóstico para hoy evidentemente era dosificar y no ir como un pollo sin cabeza como había ido en otras ocasiones.

Y menos mal, porque el barro en algunos sitios hacían un poco más peligroso de lo común descender sin control. Al hacer un buen calentamiento, salí un poco más confiado de lo que debería, pero las sensaciones no eran del todo malas. Pese a ello tenía en mente constantemente el no forzar. 

Zancada corta y marcar ritmo, ese era el plan, lo que dificultaba mucho las bajadas, pero no venía del todo mal para subir. Me cuesta mucho pasearme si tengo un dorsal puesto, así que comencé a exprimirme poco a poco. Después de todo podía ser una oportunidad de ser un entreno de calidad.

Tras el tramo más complicado de la carrera, volvimos al pueblo para hacer una pasadita y soltar a los compañeros de la carrera corta y mientras saborear la sensación de ponerme en el lugar del que acababa ya su suplicio, tocaba seguir dando zancadas y presagiar lo que quedaba por venir. 

No fue tan grave como lo anterior, pero el cúmulo de kilómetros en las piernas ya pesaban más de la cuenta. El haber dejado atrás por fin al corredor que llevaba conmigo un par de kilómetros y divisar por los senderos a otros pocos, me dio ánimo para comenzar a meter un puntito más. Estábamos en el km 12 y había olvidado ya la dosificación. Había gente delante y los veía. No hay mayor motivo para apretar. Tras adelantar a varios e ir anhelando durante un rato alcanzar al siguiente, por fin acabo de superar a otros dos corredores a poco de meta, pero uno de ellos se resiste a sucumbir y parece seguirme y comenzar a echar el último aliento.

Esto no me viene nada bien para mi pierna ya que ahora sí que estoy forzando. Se va acercando el tramo final y parece que mi martirio decide forzar y comienza a apretar antes de lo previsto. Decido resistir y meter el ritmo de "last lap" a la vez que adelantamos aún a varios corredores mi sombra y yo. Parece que hemos llegado a la última recta...larga y tortuosa recta que entramos con un frenético ritmo. Confiaba en la fuerza de mi final, pero el corredor que me perseguía como un perro de caza lanza un ataque con fuerza que nos deja atrás a otro corredor que nos precedía y a mí. Estaba a punto de sucumbir y rendirme a la evidencia, pero se me dan mal los finales que acaban en derrota, así que saqué la fuerza que me quedaba...aquella que crees que ya no te queda...aquella que solo tienes para sacar en un momento, porque en el instante siguiente se pierde. Salió. Y tal fue el empuje que adelanté a otro corredor justo antes de meta para entrar el 12 de la general...

No ha estado mal...no ha estado nada mal...acabo hecho polvo y cojeando, pero sabiendo que he dejado todo por el camino. A pesar del dolor de la pierna, las sensaciones no son las mismas que el jueves y parece que la cosa ha cambiado un poco...supongo que era cuestión de relativizar...





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