AMONOMAN 2019...

Justo ayer entre pedaladas, me daba tiempo a comentar con un compañero de aventuras lo inverosímil que me parece llegar a la línea de salida de este tipo de pruebas. Llámese 1/2 Ironman, Ironman, Maratón o similar. Ambos teníamos claro, que por mucho que el día de la prueba puedan llegar a ser unas 12 horas, el verdadero mérito estaba en el camino, en esos 4, 6 ó 7 meses (¡¡¡7 meses!!!) que te pegas entrenando como un cosaco para preparar una prueba de estas características. La meta es muy bonita, pero cada vez tengo más claro que el verdadero triunfo está en el camino.

Y en ese camino donde uno tiene que ir rindiendo cuentas, me encontraba hoy con una de las pruebas a las que le guardo especial cariño: el AMONOMAN. Y especial cariño porque está organizada por personas a las que tengo mucho aprecio. Nos juntamos un grupo de flipatletas, disfrutamos de un día haciendo lo que nos gusta y apoyando a "Donando Vidas", consiguiendo 50 donantes de órganos. De 10 todo. Una vez más Ale, gracias por contar conmigo.

A un mes y medio vista del Ironman de Vitoria y con las sensaciones contradictoria que he tenido últimamente, hoy era el día de apretar dientes y estar concentrado. Aunque las circunstancias no habían sido las ideales esta semana y a ello se le sumaba nuestro querido levante, mientras me dirigía en bici al lugar de la prueba me repetía a mí mismo que no hoy me tenía que olvidar de excusas. Iban a aparecer, gran cantidad de ellas y además muy plausibles, pero tendría que plantarles cara una a una. 


Antes de comenzar, debía ser consciente que a pesar que aquello era una quedada de amigos, la distancia iba a ser 1/2 Ironman. Tras un paseíto para nadar con viento a favor, nos metimos por fin en el agua. La natación muy mía, con mucha prisa por llegar antes de salir y tratando de encontrar sensaciones que solo llegan por momentos. Si algo tengo que recordarme para el Ironman, es que no pueden haber prisas ni ansiedad, pues cada tramo tiene su trabajo y éste suele ser lento y continuo. El grupo se va alejando cada vez más y más y eso significa que van llegando y saliendo del agua. Termino de apurar las brazadas y salgo del agua, si no el último, diría que casi. Saludo a mi familia que estaba en la orilla (más hartibles que yo incluso) y salgo dando saltitos entre las tablas y las piedrecitas. 

El sector de bici iba a ser el clave. Es el que tengo un poco más en el aire para mi preparación y donde sabía que tenía que apretar. Había que doblegar una y otra vez a la voluntad entre pedalada y pedalada, pero el viento iba a ponerlo realmente difícil. Nada más salir, primer problema: no consigo que la cala del pie derecho entre en el pedal. Hasta más allá de la rotonda de salida no conseguí meter la dichosa zapatilla, aunque no quedó ahí la cosa, pues dio la lata en varias ocasiones durante el rodaje. Acoplo y empiezo a empujar con fuerza. 

No iba a dosificar absolutamente nada. Ya después sobreviviría corriendo. Y así lo hice. Mientras me iba batiendo en duelo con Eolo voy pensando que en un momento o en otro iba a venir el bajón o el viento haría inútil mi esfuerzo, pero lo cierto es que iban pasando los kilómetros y mi concentración persistía. Llego al punto intermedio con una media por encima de las expectativas (32,4km/h), pensando que a la vuelta el viento lo tendría a favor, pero esto solo era así en tramos. Justo al iniciar el retorno, la cala de nuevo volvía a dar problemas, aunque esta vez no consigo darle solución. A medio encalar, sigo apostando que hoy no era día para poner excusas y me concentro en no cesar mi pedaleo. Intento aprovechar cualquier atisbo de favor y la media se va manteniendo, pero finalizando la carretera de los cocodrilos, el viento se presenta demasiado cruel y ahora pega de frente y en forma de ráfagas. Ahí me convencí que no iba a obtener el premio al esfuerzo que estaba haciendo. A pesar de ello, no me doy por vencido ni mucho menos e intento aguantar los azotes que iban llegando. No podía acoplarme en la bici, porque se convirtió en peligroso. Una vez en la vía de servicio voy avistando dónde iba a tomar por fin ventaja del viento y aún creo que es posible añadirle al trono lo suficiente como para estar orgulloso. 

Último tramo, acople y a darlo todo. La quemazón en mis cuadriceps me habían ido informando que me había esforzado, que lo había peleado y que había conseguido mantener esa intensidad que tan difícil se me hace encima de la bici. La media comenzó a subir poco a poco y yo pedaleaba cada vez con más fuerza. Subiendo el puente de entrada a San Fernando sé que lo he conseguido. Aprieto para echar el resto hasta el final. Lo hice. 33,2 km/h de media en un recorrido solo de principio a fin. Para mí está la tarea hecha, aunque aún quedan 21km por recorrer.

Ya no hay presión, ahora toca disfrutar de lo conseguido y persistir. Ahora sí que hice bien esa tarea de hacer el martillo pilón. Metí un ritmo adecuado y lo mantuve prácticamente todo el tiempo. No era día para excederse en la carrera (quedan entrenos duros aún) y había que hidratarse bien en el avituallamiento (calor enorme). El recorrido no se me hizo para nada largo y pude disfrutarlo de principio a fin. 

Medalla al pecho y a recuperarse. Es increíble como me cuesta un triunfo sacar medias con la bici por encima de 30 y hoy con el día que hacía y después de la natación en lo alto, me salgo del pellejo...¿será el espíritu Amonoman?


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