Ironman de Vitoria 2019...

"Lo siento, pero no puedes seguir la carrera. Tendrás que abandonar."


Faltaba poco para partir y ensimismado en mis pensamientos le doy vueltas a las sensaciones previas. Es curioso, porque el año que más me ha costado entrenar y más he añorado la constancia, es cuando tengo una perturbadora serenidad y confianza en que voy mejor que nunca. Y mientras los kilómetros van pasando al volante, arropado por la inmejorable compañía, me voy cerciorando de que esa confianza calara hondo y se entretele hasta convertirse en el telón de fondo del que iba a ser mi cuarta distancia Ironman.

El lugar es casi inmejorable y el escenario en el que se iba a desarrollar todo va tomando un cariz cada vez más motivador a medida que vamos recorriendo cada lugar del evento. La sensación es que no es fácil llegar preparado para hacer un Ironman, así que había que disfrutarlo desde ya. Además estaba deseando estrenar el mono que me había diseñado Kiki (TOP😎). Sé que no se debe estrenar ropa el día de la prueba, pero no me podía resistir.


Llega el día del Ironman y esta vez la niebla del pantano de Landa retrasa un poco el madrugón del triatleta.  Las bolsas de las transiciones en su sitio, el plan de ruta para que me vean trazado, los tiempos en mi cabeza asentados...Parece que está todo listo. Ya solo queda recorrer 226km...


Salimos con el ya clásico "Rolling Start" para evitar aglomeraciones y decido no perder un solo segundo tras cruzar el arco. Rápidamente me voy abriendo hueco, aunque de vez en cuando te cruzabas con el típico nadador boya como yo, que no sabe para donde va y se va cruzando cada 3 brazadas. La primera recta que marcaban los primeros 1500m sale bastante bien, no me he desviado demasiado, he nadado por debajo del tiempo previsto, he braceado muy constante y además voy con buenas sensaciones y con ganas.

El siguiente tramo de 600m transcurre más o menos igual, pero cuando doblamos la siguiente boya entre mi desorientación y un poco de oleaje que se empezó a notar mi cabeza se fue despistando un poco. Para un nadador como yo el tramo de natación no se hace pesado, pero tampoco se hace rápido. Salgo del agua 2 segundos después que el año pasado (1h 26min 51seg), pensando en ese tramo tan bueno del principio, pero en seguida entiendo que con apenas tres meses dedicados al agua no se puede hacer más. Todo dentro de lo previsto salgo lanzado a atacar el tramo gordo: la bici.

Comienzo bastante suelto, esperando a dar las primeras pedaladas para comer algo y beber. Pronto empiezo a rodar rápido y con ganas, aunque con los cuadriceps un poco pesados. La promesa de un circuito rodador me animaba a meter ritmo desde el principio, y aunque estuve controlando las subidas, me dediqué a ello de forma casi obsesiva. La charla el día anterior con Manolo, me daba el mantra que tenía que repetir en mi cabeza: "No dejes de pedalear". Y ese pensamiento me acompañó durante todo el largo recorrido.

Los kilómetros van pasando y el gps me indica que voy rápido...incluso demasiado para mí, pero iba controlando muy bien las sensaciones y sabía perfectamente hasta dónde me podía exceder. Voy muy constante y disfrutando cada vez que hacía consciente el ritmo que llevaba. Sigo notando pesadez en los cuadriceps, pero no intercedía de momento en la pedalada. 

Poco a poco me voy aproximando a lugar de giro de vuelta hacia el pantano que marcaba el camino de la última vuelta hacia Vitoria. Justo en esa esquina habíamos trazado el plan de ruta para que me pudieran ver en la segunda vuelta, ya que en la primera iba a ser muy precipitado. Pero al aproximarme me llevo la gran sorpresa que les ha dado tiempo de llegar y están ahí gritándome. Si ya de por sí al acercarte a zonas donde se aglomera gente la adrenalina empieza a bombear, cuando ahí están los tuyos es un subidón indescriptible. Paso el momento álgido y toca tener cabeza para la subida hacia Landa. Sabía que la media de carrera iba a comenzar a bajar, pero no me podía obcecar en mantenerla a costa de fastidiarme. Quedaba aún un mundo.

Se me atraganta un poco el terreno, pues a pesar de no querer apretar, tampoco he querido dejarme ir. La mala noticia de verdad es que se me han empezado a acalambrar los cuadriceps, y no puedo levantarme de la bicicleta sin que amaguen con algo peor. Era demasiado pronto (km70) y esas sensaciones de fatiga muscular que sueles notar cuando te queda poco para acabar el sector de bici, han hecho acto de presencia justo al acabar la primera vuelta. Intento no darle importancia y seguir a lo mío, pensando que tal vez se pasaría más adelante, aunque era bastante consciente que necesitaba de mis muslos para los repechos.

Me consuela que la media no ha bajado tanto y he salvado aún una velocidad por encima de mis expectativas. Ahora tocaba mantener. De nuevo en la cabeza: "No dejes de pedalear". Me daban igual los cuadriceps, las cuestas y lo que fuera. Este año tocaba apretar.




Fueron pasando los kilómetros y las molestias, aún existentes, fueron siendo más suaves. Quizás fue el ritmo de carrera el que me hizo olvidarlas, pues a pesar de que los kilómetros se sumaban en la prueba, continuaba por encima de lo que tenía pensado y eso me motivaba aún más. Vamos acercándonos al segundo giro y los ánimos vuelven a llevarme en volandas para atacar la segunda y última subida al pantano. Consigo apretar dientes y mantener a ralla al crono. Me voy creciendo sobre la bicicleta y las sensaciones son inmejorables.

Pero esto es el Ironman y puede suceder cualquier cosa. A 17km de la transición la rueda se vacía. Adiós a las 5h 40min que tenía en la palma de mi mano. Una pequeña sonrisa de resignación se refleja en mi rostro, pensando que era una lástima, pero que hasta ahí había hecho todo mucho más que perfecto para mí. Compruebo a ver si llenando lo soluciono, pero no, parece pinchazo. Cambio la cámara, lleno, coloco y parece que el crono sigue siendo decente y a pesar de mi lentitud para estos menesteres, la velocidad media está en un más que aceptable 30.5km/h de media, que era incluso lo que tenía pensado en un principio llevar, con lo que me animo pensando que aún estoy a tiempo de retomar y poder apretar. Pero apenas 2km después la rueda vuelve a vaciarse. Bajo, compruebo, lleno, cambio, me pongo en marcha de nuevo y un km después vuelve a vaciarse. No podía haber pinchado otra vez. Ahora ya sí me hice consciente que me podía olvidar del crono por completo. Me bajo de la bicicleta y esta vez se para una moto de la organización a mi lado para preguntarme. Estoy intentando llenar la rueda y comprobar que había colocado todo correctamente y no parece fallar nada, pero al llenar, la rueda se vacía. Los de la moto me comienzan a decir que vaya putada, tan cerca de la T2 y tal, pero yo intentaba hacer caso omiso, pues esto podía pasar en cualquier momento desde aquel primer Ironman. Había tocado ahora y era lo que había. No era una putada era parte del juego. Saco de nuevo la cámara la vuelvo a colocar, la saco otra vez, la lleno fuera, se mantiene llena, echo a rodar, se vacía de nuevo...y todo esto con los de la organización repitiéndome: "Lo siento, pero no puedes seguir en la carrera. Tendrás que abandonar." Yo sin mirarles si quiera seguía a lo mío, soltando un "que no, que no" de vez en cuando para que me dejaran en paz, aunque en mi cabeza ya se estaba escribiendo la crónica de "El Ironman que no pudo ser"...El argumento de peso para abandonar era que mi familia tenía que estar preocupada de ver que no llegaba. Era lo único que me tuvo intranquilo en todo el parón.

Llevaba ya un buen rato y los de la organización tenían ganas ya de irse, con lo que me dieron la opción de si alguien se paraba a ayudarme y lo conseguía pues que siguiera o que al menos me echara a andar. Tenía claro que no iba a parar a nadie, ya que no se trataba de que me faltaba una cámara, y no iba a entretener a nadie en su carrera para buscar un problema que no sabía cuál era. Así que ni corto ni perezoso me echo a andar.  Sabía que era posponer el problema, pero al menos así conseguí que se fueran los de la moto. No había solución, me había quedado fuera de la carrera, pero ese halo de ilusa esperanza que siempre me acompaña de que algo puede suceder aún no lo había abandonado. Tocaba pensar. Estaba claro que andando no podía seguir. Era completamente absurdo. Quedaba demasiado para la transición y debía cargar con las zapatillas y la bici, además de correr descalzo...Inviable. La opción de parar a un corredor ya la había desechado. Decido detenerme y utilizar el último cartucho que me quedaba: voy a cambiar la cámara otra vez. Siempre llevo 2 por si acaso. Cuando me pongo manos a la obra se para un coche de la organización para preguntar y tal. Después de contarle intenta también ayudarme (digo también irónicamente, porque los de antes nada más hicieron comerme la tostada). Comprobamos a ver si había cristal o algo más, pero nada, aunque esta vez si descubro dos pequeñas rajas en la cubierta. Poca solución veo. Aún así coloco la cámara nueva y a la carretera que vuelvo. 

Había perdido casi 50 minutos en toda la historia y prometo que no me hubiera importado irme en el coche y terminar el Ironman tomando pintxos en una terraza animando corredores. Pero algo dentro de mí no me dejaba tranquilo. He hablado muchas veces de las adversidades, las dificultades y cómo enfrentarse a ellas te hacían ser un Ironman. Debía ser coherente y quemar todos los cartuchos necesarios para contar con una oportunidad de terminarlo. 

La rueda llena y aguanta. Veremos a ver. Son 13km los que quedan y parece que hemos salvado la situación, pero cuando ya se vislumbraban edificios que hacía indicar que Vitoria estaba próxima...rueda vacía. Bajo el ritmo para minimizar daños, pero aunque me cargue la rueda, llego sí o sí. Quedaban aún 8 km que transcurren intentando esquivar boquetes, losillos y tomando las curvas a 10km/h...porque ya lo que me faltaba era pegarme un pellejazo. Por fin alcanzo la esquina del plan de ruta y mientras me manda ánimos mi familia les voy señalando la rueda que llevo vacía. En cuanto diviso la T2 me bajo de la bici y ya sin prisa ninguna bajo trotando hasta la carpa. 

Comenzaba una carrera nueva, completamente diferente. Ya no había ningún tipo de presión ni consideración hacia el crono, así que me iba a dedicar a disfrutar del maratón, de la ciudad y de la gente. Lo tuve claro cuando pinché y lo tengo aún más claro ahora: esto es un Ironman, pueden pasar cosas, y sigue siendo alucinante contar con posibilidades de acabarlo. Entiendo que para otro podría haber sido frustrante,  pero había hecho todo lo que había podido y hasta el problema con la bici, estaba super orgulloso de lo que había hecho. Así que allí estaba yo, echándome a correr dispuesto a disfrutar durante los siguientes 42km y unos pocos metros más.

Tras solo unos metros, paso por delante de meta y compruebo que no me he equivocado. Las gradas estaban repletas y el público se amontonaba sobre las vallas aplaudiendo y gritando. Tras dejar el barullo, me voy acercando donde estaban ya esperando Yoli y el resto. Me paro con ellos para saludar y contarles lo que había pasado. Tras un poco de charla, modificamos el plan de ruta...al menos en tiempos. Voy tranquilo, parándome en los avituallamientos para comer (tenía hambre, pues llevaba 1h de retraso en la ingesta) y beber bien para recuperar del sol extra que había tomado. La primera vuelta me la tomo un poco de paseo y aún con las paradas la marco con margen por debajo de 5 min/km. Sabía que con una maratón por debajo de 4h aún tenía posibilidades de bajar de 12h, aunque no me iba a preocupar tampoco por ello. Sin el crono apretando no tenía ganas de sufrir más de la cuenta. 


Creo que fue la vuelta que más larga se hizo, un poco por el ida y vuelta de algunos tramos, pero el público en general, y cruzarme con mi familia para pararme a charlar 3 ó 4 veces durante el circuito, ayudaban a que se recortara un poco la cosa. 

Solo puedo decir que disfruté. Disfruté muchísimo, entre otras cosas porque iba haciendo lo que me apetecía en cada momento: que quería apretar un poco; apretaba, que quería pararme a comer; me paraba...así las vueltas fueron sucediendo hasta que a finales de la tercera vuelta me despedí de mi familia por última vez antes de verlos en Plaza España. Fue entonces cuando decidí correr. Más aún cuando en el último viraje por delante de meta me emocioné pensando que la próxima vez que pasara por allí, sería para pisar la moqueta y celebrar con ellos que una vez más lo había conseguido.

Fui animando a todos los que podía por este último camino. Es curioso, porque no me crucé una sola vez ni con Javi, ni Ale, ni Alberto, que estaban haciendo 3 carrerones. No sé que hubiera pasado si no hubiera habido problemas en la bici. No sé si la maratón hubiera sido mejor, peor, igual...lo que sí sé es que tras 3h 51min de carrera estaba enfilando la alfombra roja y negra dando saltos de alegría y abalanzándome sobre los míos justo antes de entrar. Y mientras voy cruzando la meta que más he disfrutado en larga distancia se escuchaba una voz de fondo que decía..."You are an Ironman"...







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