Cést la vie...

Salgo a correr. Hoy el sol brilla de manera diferente a como lo ha hecho durante tanto tiempo que ya ni lo recuerdo. Ciega más que ningún otro día con sus rayos, pero a su vez ilumina el horizonte más amplio jamás pintado. Lo que era dogma hoy se convierte en signo de interrogación y se tambalea mi interior, dando rienda suelta a las sensaciones que no se saben definir. Respiro y continúo. Contemplo destrozada mi obra, con la firme convicción entre las dudas afloradas que volvería a construirla exactamente igual a cómo lo había hecho hasta ahora. Quizás fue responsabilidad mía pintar la luna del mismo color cada noche, pero una voz segura retumba inmediatamente en mi interior: "Necia de ella, que no supo apreciar que la escogías a ella cada noche para hacerlo". Mis ojos tiemblan, mi corazón los imita, pero en el fondo de mi hay algo que me hace respirar profundamente. Respiro y continuo. Los miles de "yo" que pudieron ser y quedaron aparcados se entrecruzan mezclándose entre ellos intentando ganar un papel protagonista que seguirá vacante durante un buen tiempo. El sol vuelve a salir, la luna a brillar y todo es diferente en un abrir y cerrar de día. Con el alma desgastada, pero apoyada en un muelle, oteo ese profundo horizonte y aún con la vista perdida diviso el día de mañana sin saber qué es lo que haré. Sólo me queda clara una cosa. Mañana volveré a correr.


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