Media Maratón Bahía de Cádiz 2018...

Sin reloj, a las 10 de la mañana de un nublado y ventoso día me plantaba en la salida de la media maratón de San Fernando-Cádiz sin otra pretensión que disfrutarla. No había ningún tipo de presión ni de necesidad, con lo que las sensaciones iban a ser el hilo conductor de toda la carrera. ¡Y qué gusto da correr así!

Ataviado con mi mono de triatlón, mi atuendo me serviría para dos cosas: una para aguantar la más que posible mojada del día y otra para recordarme que estamos en modo Ironman, y que no iba a suicidarme durante los 21 largos y duros kms que teníamos por delante.

Comencé a disfrutar desde el principio, con ritmo alegre y saludando caras conocidas. Me alegró ver a Javi (compi de aventuras en Frankfurt) de nuevo corriendo. El ritmo me fue llevando poco a poco a ir dejando corredores atrás y a pesar de las cuestas que formaban parte del trazado de San Fernando, el no tener estipulado un ritmo fijo me ayudó a disfrutarlas incluso y que se pasara rápida esta primera parte.

Pero me pasó igual que siempre...me quedé solo. Ritmo de atrás, lento, ritmo de delante, rápido. Total, que comienza el tramo de más viento frontal de toda la carrera y ahí que iba yo de valiente a pecho descubierto. Nos adentramos en la autovía y el viento comienza a hacer mella en los corredores que voy alcanzando poco a poco y que se habían quedado descolgados de algún grupo. A pesar del ventarrón, no noto que vaya mal, sé que voy algo más lento, era inevitable, pero voy más rápido que todos los que tengo a vista en la autovía, incluso aquel lejano grupo del fondo. No consigo que nadie se enganche en mi ritmo y recorro la larga travesía peleándome solo contra el viento. A pesar de ello lo iba disfrutando, porque no tenía el crono achuchándome en la oreja. Finalmente en el segundo tramo parece que me uno a dos corredores que iban juntos, pero ni cortos ni perezosos se ponen a cubierto tras de mí. El grupo que llevaba al fondo al comienzo de la autovía parece acercarse cada vez más y no fue solo una ilusión, pues justo antes de llegar a Cádiz me uno a una pareja de fuertes corredores que venían por detrás y le doy alcance. 


Hay una sensación rara en el grupo, como si estuvieran frenando, así que aprovechando la llegada a la capital los paso y sigo a lo mío. Pero pronto me doy cuenta de qué sucedía: estaban aguantando. Fue entrar en Cádiz y salieron todos disparados cada uno a su ritmo, quedándome el último del grupo. La carrera se ha roto ahí y echándoles un vistazo me doy cuenta que esa gente corrían. He ido un puntito menos, pero he ido apretando, así que sé que los corredores que tengo alrededor le dan fuerte a esto. No es mi guerra, y decido en un primer momento dejar pasar el tema. 


Y es aquí donde empiezan las motivaciones: veo la meta en el otro carril, el público comienza a hacer un pasillo por ese tramo, comienza a caer un chaparrón de órdago y sobre todo, que a pesar del hachazo que han metido, me he quedado enganchado al ya estirado grupo. Bueno, quizás ha llegado el momento...

Decido seguir marcando el ritmo fuerte, pero darle un puntito y lo que en principio iba a hacer dejar de pensar en la carrera, se convirtió en el momento de soltar un ¡vamos Buyo! y venirnos arriba. Comienzo a dar alcance uno a uno a todos los integrantes del grupo, hasta que consigo unirme a los tres más lejanos que parecen decididos a que la meta no tarde mucho en aparecer. Voy aguantando como puedo, porque van lanzados, pero aún no me he rendido. Más aún cuando veo a mi familia con paraguas y aguantando el chaparrón como yo. No había dejado de llover desde que entramos en Cádiz, pero este fue el momento en el que la tromba de agua se disparó. Corriendo sobre charcos y con dificultad hasta para mantener los ojos abiertos, doblamos la curva que nos hacía volver de nuevo hacia el principio de la avenida. Ya solo quedamos el más fuerte de aquel grupo que ha metido ya ritmo de "me quiero quedar solo" y yo. No sé si puedo aguantar ese ritmo, pero ya estamos a 3km del final y a mi se me ha olvidado lo del mono, lo del entreno, lo de disfrutar y cualquier atisbo de "me tengo que moderar". Ahí estaba dándolo todo para poder seguir el infernal ritmo que llevaba el amigo. Pasan los metros y a pesar de algún amago de declinar, aún sigo la estela.

Quería llegar en esa situación al final, ya que sabéis que en los finales me vengo arriba, pero iba calculando hasta cuándo iba a poder aguantar. Iba con el machete entre los dientes, pero ¡cómo iba disfrutando! Me sentía fuerte, me sentía bien, sentía que a pesar de los pesares, iba....

Así que llegó el momento. Cercano al hospital, me vuelvo a encontrar con los míos, y entre los pensamientos que llevaba de meta y los ánimos el ritmo de final lap que llevaba se desata y decido jugármela desde ahí. Aún queda lejos la meta, pero me he tirado a la piscina (y al asfalto también podría haberme tirado y caer en agua de todo lo que estaba lloviendo). Tras varios vistazos, parece que he conseguido desenganchar a mi acompañante y tras no dejar de apretar al cabo de varias manzanas lo confirmo. 




A lo lejos, entre las nubes y la lluvia aparece la meta. Tengo un corredor lejos...pero lo tengo. Podría haber puesto punto y final a una magnífica media, pero tenía la oportunidad de hacerla grandiosa. Aprieto, aprieto y aprieto, y dejando atrás un sprint desde muy lejos, paso al último corredor tras pasar el km 21 para dejar el crono en 1h 24min 6seg.

No es una gran marca para mí (en cuanto a crono), pero teniendo en cuenta el día que hizo, la semana sin saltarme un solo entreno, y salir sin intención de hacer tiempo incluso corriendo sin reloj, he acabado super contento con esta nueva meta alcanzada. Se corre muy diferente sin tener la presión del reloj en la muñeca...le tendría que hacer más caso a mis sensaciones. 

De todas formas, el crono no, pero la clasificación me dice que no lo he hecho mal del todo, pues es mi mejor clasificación en esta carrera: 31 de la general y 7 de mi categoría. Y todo ello disfrutando...



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