Maratón de Madrid...

Una historia tiene más valor cuando son varios los que la narran...y más una historia así. Esta no es la historia de un maratón cualquiera, es la historia del Maratón de Madrid de 2014...
Dicen que un maratón comienza mucho antes de correrlo, así que había mucho que compartir en el camino de ida a Madrid. Nervios, emoción, miedos, ilusión, ganas y un sinfín de sensaciones que cuando se comparten con ciertas personas tienen aún más valor. Y es que no hay nada como respirar el mismo aire para saber de qué estamos hablando. Con la inmejorable compañía de Ale, Migue, Ángel, Yoyi y más tarde de Pidre, 6 historias se fundían en un mismo asfalto para hacer de este fin de semana una experiencia más que inolvidable. 

Creo que es la primera vez que disfruto tanto de la feria del corredor. Un montaje impresionante, donde todo es running, me hacía estar como un niño chico en un parque de atracciones. Incluso conseguí echarme una foto con el gran Chema Martínez, posteriormente twiteada y marcada como favorita por el propio Chema. Todo un lujo.
La carrera se acercaba, y tras un paseo en coche para visualizar las zonas más conflictivas del circuito, marcaba a fuego en mi camino el km 35 como punto clave, ya que el camino parecía elevarse sin contemplaciones a partir de ahí. Tras la visita al Bernabeu, la noche caía y ponía fin a un día repleto de emociones y nervios. Bastante cansado dejo caer la indumentaria sobre la silla, preparo los geles en mi cinturón y comienzo a soñar 10229 veces con la línea de meta.

Suena la alarma a las 6 a.m. como de costumbre. El día previo había colmado la expectación y suavizado los nervios. Sin querer terminar de creerme la dureza del recorrido intento aplacar mi pesadumbre pensando que sólo serán 3km los realmente duros. Inconsciente de mi. A pesar de haber querido evitar este maratón, a medida que se acercaba lo temido del mismo era lo que alimentaba mi motivación. 

Llegamos a la línea de salida justo para dejar a Yoli en la salida del 10.000. Por delante el reto de batir un crono de 1:07 y 7000 corredores para presenciarlo. La marea morada sale disparada bajo la atenta mirada de los 22.000 que esperábamos nuestro turno. Se acerca la hora, faltan 5 minutos y todos se saltan de cajón. Los runners se aprietan. Ya no hay vuelta atrás.

El maratón de París lo hice para acabarlo...en Sevilla me propuse mantener un ritmo constante durante toda la carrera...en Madrid había decidido correr. Y salí con esa sensación de tirarme a la piscina sin poder controlar las posibles adversidades de carrera. Pero esa fue mi opción y la defendí hasta el final. Tras el cabreo de los primero km por una salida mal organizada y apretada (primer km en 5:06) comienzo a seguir a las liebres de 3h 15min y me parece que van demasiado escopetadas. Como mi intención era rodar por delante de ellas tenía que apretar, aunque fuera sólo el km 5. Justo antes me doy cuenta que los del 10km ruedan por una paralela y me acerco al lateral por si veo a Yoli....¡¡y síiiii!! Por ahí iba pegando saltos. ¡Vamos!

No me convencía nada mi estrategia de carrera, porque sabía que en el treinta y pico iba a petar. Pero no fue así...fue mucho antes. En el km 12 ya bajaba el ritmo medio a 4'30'', pero los isquios de la pierna izquierda se me empiezan a coger. ¿Tan pronto? El riesgo de ir rápido comenzaba a pasar factura. Intento distraerme, los km iban pasando bastante rápidos, aunque la molestia constante hacía que las dudas aumentaran exponencialmente. Entramos en la veintena por la plaza del Sol abarrotada y no dejo de acelerar y acelerar llegando a marcar en algún km 4'09''. Casi prefería que el terreno picara hacia arriba, ya que cuesta abajo hacía que mi pierna sufriera aún más. Había pasado la media y al contrario de otras ocasiones no estaba intacto. Era la primera vez que llegaba a la media del maratón con síntomas verdaderos de cansancio.

A pesar de su dureza, que por otro lado es su encanto, el recorrido era precioso, pero había momentos que iba tan absorto en mi carrera que ni sabía por dónde estaba pasando. Llego al 25 donde estaba Yoyi antes de entrar en la Casa de Campo. Chute de energía y a comerme la arboleda. Comienza a rascar el terreno cuesta arriba y la pierna, que había olvidado por unos km, vuelve a dar la lata. Tengo que apretar los dientes, pero aún quedaba una eternidad. Fueron duros esos km, pero para dura la cuesta de salida de la Casa de Campo. ¿A quién se le ocurre poner esta pared a la altura que estamos? Tengo que pedir ayuda varias veces en estos km a un patinador para que me eche un poco de reflex en la pierna. Un poco de sugestión (porque lo que era frío y analgesia me parece a mi que no) y a seguir para delante en busca del 30. De nuevo veo a Yoli por un instante a la que me quejo de la pierna, mientras ella sólo me animaba. Tengo un par de km para pensar y decidir si escudarme en el dolor de la pierna conformándome con un crono más que decente o echar mano de la "huevosterona" y enfrentarme de verdad al maratón...

Todavía no he dicho mi última palabra. Llega el km 32. El asfalto se torna cuesta arriba y a partir de ahí el horizonte sólo se vería en lo alto. Llegó el momento, era lo que estaba esperando y para lo que había entrenado. Me vengo arriba y zigzagueando a un ritmo vertiginoso (4'20'') comienzo a dejar atrás corredores a puñados. En 10 km adelanto a 264 corredores, que daban muestra de la cara más amarga del maratón. Aún no me ha tocado a mi y mientras miro cara a cara al gigante de la cara de alquitrán no veo más allá del metro que me tengo que comer en cada zancada.

Pero como a todos, me llegó el momento del hachazo y fue antes del km 39. No esperaba que el recorrido no cediera por un instante su pendiente en esos km y ante la constante subida en el prolongado tiempo sucumbo en mi ritmo. La mente ha llegado a su límite, las piernas no dan para más y la media de carrera iba subiendo inexorablemente. Quien me viera pensaría que había declinado en mi empeño, pero por dentro iba pellizcándome y dando latigazos para continuar...no puedo más, esto es criminal. Parece que no avanzo en la calzada, pero a lo lejos por fin diviso la entrada al retiro.

La gente se agolpaba a los lados, pero no me importaba. No había nadie en meta que me esperara, nadie para verme y regodearme de haber recorrido 42 km. No tenía nada que demostrarle a toda esa multitud...a nadie, menos a mi. No había estado peleando durante 41km para que se me fuera mi reto en el último. Sabía que había perdido tiempo en los últimos 3km pero no quería arrepentirme tras la línea de meta. Aprieto...créeme cuando te digo que no me quedaba nada dentro, pero apreté deseando que aparecieran los arcos que indicaban que la meta se acercaba. Miro continuamente el crono y alzo la vista...la meta. Me dejo todo en los últimos 195m. Entro en meta reventado y apoyándome en un auxiliar intento tomar aire diciéndole lo tremendo que habían sido los últimos km del maratón. No tengo ganas ni de celebrarlo, pese a que había conseguido por segundos alcanzar una marca casi impensable (3h 9min 47seg...4'29min/km). Digiero mal el final del maratón hasta que comienzo a recibir noticias de los destellos de meta...

Esta vez la grandeza de la que siempre hablo se ha dividido para brillar en 5 historias diferentes, un 10.000 para rozar la hora y disminuir la marca en 6min, un maratón lesionado desde el km 15 y el segundo en 2 meses y tres estrenos que decidieron elegir el más pronunciado de los maratones para lograr la machada de recorrer 42km 195m. Chicos...realmente no sois conscientes de lo que habéis alcanzado...

Postrado en el sofá tras pasar el día con serias dificultades para caminar derecho, el prisma de ayer ha cambiado y comienzo a valorar lo conseguido. Sólo basta que me digan que repito compañía y...te lo firmo, ¿cuál es el próximo?


   



Comentarios

  1. Grande, grande, grandeeee!!! Eres un Grande de España Buyo. Ni la duquesa de Alba esa ni na de na. ¿El próximo?¿Sevilla 2015, Berlín 2015? A por ello.Nos lo comemos. :)

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