La línea de salida...

El momento se acerca. La tensión se palpa en cada poro de la piel. La emoción es casi insostenible. Y cada uno de los corredores fijan su mirada en la línea...pero todos creen equivocadamente que el objetivo es la línea de meta.

Nuestro triunfo no está en esa línea...está en una línea que dista 42,195 m de la meta. Esa no es otra que la línea de salida. Ahí es donde realmente es difícil llegar. Es el límite que marca la zona de los valientes, los de la voluntad impertérrita, los bravíos, los cabezones y testarudos, los meticulosos...un puñado de nombres conocidos y una muchedumbre de anónimas almas empujadas por la locura. Todos han pasado por el exhaustivo test que somete la capacidad de decidir. Enfrentarte al maratón o no hacerlo.

Las miles de zancadas, las mañana sacrificadas bajo el sol o el frío nublado, las taquicárdicas repeticiones de idéntico asfalto, la infinidad de km recorridos...la dura batalla de tener que enfrentarte a ti mismo...

Así que te plantas tras la línea, una vez más, con tus mejores galas elegidas con el cariño más grande para la ocasión y pensando en lo difícil que ha sido llegar hasta ahí, comprendes que acabas de llegar a tu meta...

Y aunque me hubiera encantado acabar la entrada de hoy en el último párrafo, ya que estamos en la línea de salida, vamos a perseguir a nuestra grandeza...tan sólo tienes que seguir la línea verde...


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